sábado, marzo 24, 2007

Tixtla y su Gente



POR RICARDO INFANTE PADILLA

FUENTE: la Jornada Guerrero


Tixtla es una hermosa población donde a todos nos gustaría vivir. Sus pobladores son amables, su ambiente es francamente pueblerino y, por donde caminemos, chocamos de frente con la historia, como muestra el actual palacio municipal, que fue casa de don Vicente Guerrero después de la lucha de Independencia, y posteriormente del general Vicente Jiménez.
Algunos de sus hombres y mujeres se han distinguido no sólo a escala local y estatal, sino incluso nacional. Dos son los más famosos: el joven arriero y brillante militar Vicente Guerrero Saldaña, nombre que junto con el de Hidalgo y Morelos es prácticamente imposible que no reciba homenajes en bustos, plazas públicas, calles, avenidas, escuelas y hospitales en toda la República; don Vicente es el lado puro, noble y honesto en la gestación de nuestra Independencia, exactamente lo contrario de Iturbide, y sin embargo ambos nombres son inseparables por motivos que todos conocemos.
Otro tixtleco que bien pudiera estar en primer lugar es don Ignacio Manuel Altamirano, y si se ubica después de Guerrero es porque él mismo siempre declaró que su inspiración y la persona a la que él más admiraba era al incuestionable caudillo del sur. Altamirano es brillante en todas las facetas del ser humano: intelectual portentoso, escritor notable, guerrero indomable, legislador de oratoria incendiaria y conducta intachable, educador de generaciones, amante de las ciencias y la historia, la geografía y las matemáticas, distinguido diplomático, pero sobre todo, él, junto con Juárez, muestra palpable y patente de que no importa dónde se nazca, bajo qué condición social ni cuál sea la raza ni el color de la piel: los hombres de carácter y talento siempre logran salir adelante. Al tixtleco las ambiciones nunca lo dominaron; si incursionó en política no fue para engrandecer su ego o lograr poder o riqueza, siempre fue un opositor, incluso a Juárez; él y su maestro Ignacio Ramírez estaban entre los más puros de los puros. Hoy conocemos 21 tomos de sus obras completas y, como sabemos, la doctora Nicole Girón ha dedicado toda su existencia a recopilar la monumental obra del indio tixtleco.
Pero en Tixtla hay hombres de estatura monumental que han sido olvidados, que en forma extraña los encontramos en momentos álgidos de nuestra trayectoria como nación, y después, gracias a los políticos poderosos, de un plumazo desaparecen de la historia. Es el caso del general Vicente Jiménez, aguerrido combatiente de la Revolución de Ayutla, de la Reforma y de la Intervención, comandante de la División del Sur, y sitiador de Querétaro; en el estado ocupó los más altos cargos, pero tuvo el desatino de enfrentarse a Diego Alvarez, que distaba mucho de ser digno hijo de su padre; don Vicente Jiménez fue comandante de Altamirano, y los dos formaban un binomio de crítica constante y exigencias hacia los abusos del poder en la entidad.


La mujer en Tixtla es omnipresente. Doña Antonia Nava de Catalán es un ejemplo; comprometida con la Independencia de su país, ferviente seguidora de don José María Morelos, no escatimó ni siquiera a sus hijos cuando se trató de servir a la libertad. No es la única, pero sí la más significativa.


Pero Tixtla también es talento artístico en muchos aspectos. Ahí está don Margarito Damián Vargas, portentoso músico, desgraciadamente desconocido a nivel nacional, o escritores como don Celedonio Serrano Martínez, cuyas obras son de lo más variado, aunque El coyote, corrido de la revolución, poema épico hermosamente ilustrado, es una pieza literaria que trasciende el folclor y nos llena de orgullo a los habitantes del estado.
Hablar de Tixtla tiene un gran problema: siempre nos vamos a quedar cortos, sus hombres fuera de lo ordinario son muchos, su historia alcanzaría decenas de tomos; ciudad que, una vez liberada por Morelos, Guerrero, Alvarez, los Galeana y los Bravo, siempre se ha mantenido como un inexpugnable bastión de libertades; nunca los gringos, los franceses y los conservadores lograron domeñarla. Dice Altamirano que su Tixtla es cantarina, y sí lo es, y además nos llena de orgullo; merece un mejor futuro, los políticos que la han gobernado en el siglo XX y lo que va del XXI no han sabido hacerle justicia a tan hermosa población, que sin lugar a dudas tiene una especial distinción: pocos lugares en el país han sido la cuna de tantos y tantos hombres y mujeres ilustres como Tixtla de Guerrero.

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